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RADIO NUEVA ERA POMAN-CATAMARCA

Algo no se entiende

Algo no se entiende

Un chico yace acostado en la cama del hospital acompañado de sus familiares, parece una imagen común que comienza a ser diferente cuando en vez de familiares hay dos policías a su lado que lo custodian. Ese cuadro es la síntesis de todas las consecuencias juntas que puede padecer un niño/a, adolescente o joven adicto en nuestra provincia, con todo lo que ello implica incluso para el propio hospital, médicos, personal y pacientes internados por otros problemas.
Y pretendo profundizar en las causas que a ese chico, como a tantos otros, lo llevaron a vivir esas consecuencias. La primera de ellas es la adicción a las drogas propiamente dicha y la falta de detección y tratamiento a tiempo. La falta de contención familiar o afectiva para sobrellevar el problema, lo que en la mayoría de los casos produce por ansiedad del adicto situaciones de violencia física o moral. La incomprensión de la familia del problema debido a la actitud manipuladora del adicto.
La participación policial por llamado de los familiares o vecinos por los desordenes que genera. La desesperación de los familiares cuando se dan cuenta que el problema va en aumento y que eso empuja al adicto incluso a pensar en robar para consumir. El pedido de auxilio para que algún organismo oficial ayude a resolver el problema pero recién son escuchados cuando el límite marcado por la ley ya fue cruzado por el adicto.
El niño/a, adolescente o joven adicto pasa a ser criminal para la Justicia pero muy pocas veces se persigue al que vende la droga. Ese chico adicto se transforma en enemigo público número uno. Por algunos testimonios publicados en la semana se supo que a esos chicos hasta se le colocan esposas y son alojados en dependencias policiales de mayores hasta que el juez de Menores decide qué hacer. Mientras tanto, sus familias peregrinan por ayuda en algún lado y al final terminan esperando la resolución del juez, para quien en algunos casos, esos chicos son viejos conocidos.
Como se verá en este pequeño recorrido que precedió la internación en el hospital, jamás participó activamente el Ministerio de Salud con una acción eficaz. El juez de Menores, cuando decide la internación por la gravedad del caso, en el hospital lo hace disponiendo consigna policial, lo que puede entenderse contradictoriamente como una aceptación judicial de que las adicciones son un problema de salud, alojándolo para su recuperación en un lugar que no reúne las condiciones para ello, con consigna policial, lo que criminaliza a las adicciones y a quienes las padecen, incluso en algunos casos hasta sus familiares y amigos.
Se contabilizan en algunas semanas hasta 7 los chicos que atraviesan por este calvario. Y me pregunto al igual que muchos adolescentes ¿Será que siempre debemos recorrer caminos tan largos y sufridos para lograr soluciones tan poco serias? ¿Cuándo hemos de superar el concepto de que nos debemos conformar solo con lo que hay? ¿El gobierno no invirtió jamás en un centro especializado para atender estos problemas de salud? Las respuestas están al alcance de cualquier persona pero lo más interesante es ayudarnos en la respuesta con la siguiente pregunta ¿Por qué no se aceleran los trabajos y habilitan el nuevo centro de tratamientos de adicciones Humaraya? Y lo digo con total convencimiento de adolescente, el flagelo de la droga va en constante aumento, la cultura del consumismo más la falta de valores humanos y morales la consolida y la indiferencia contribuye a que esa sea la causa y el nombre de la lápida de muchos chicos de mi edad. Es hora de hacer en serio para que la imagen de ese chico tendido en la cama no sea la de otro ángel que condenamos al más temido de los infiernos: la indiferencia

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