Adalberto Cuello está aislado. Cada vez que sale al patio del penal 49 de Junín, al principal sospechoso de asesinar a golpes a Tomás Dameno Santillán lo acompañan tres policías del servicio penitenciario; cuando lo ven los otros presos lo escupen y le gritan “asesino de pibes”.
Ramón, su padre, lo visita dos veces por semana y le lleva comida, Adalberto suele gritar que es inocente y que está preso injustamente. Pero ayer su pareja María Inés Márquez y su suegro Carlos Gastaldi declararon ante el fiscal de la causa Javier Ochoaizpuro y lo hundieron un poco más. Gastaldi, dueño del Fiat Palio Weekend rojo, dijo que el día del crimen vio cuando Adalberto, luego de usar ese auto limpió el asiento del acompañante con una remera impregnada con su perfume, y que en la puerta de atrás había polvo acumulado , igual al que hay en el camino de tierra donde encontraron el cuerpo de Tomás. María Inés volvió a ratificar que en el horario del secuestro y crimen del nene de 9 años ella no estaba con Cuello.
Márquez, la actual pareja de Cuello, declaró que el día del crimen el acusado le envió varios mensajes de texto que le decían que se sentía mal y que estaba descompuesto: era parte de su coartada. Por eso se quedó esa tarde en su casa. Cuando llegó del colegio dónde trabaja, Márquez se sorprendió al ver que su pareja había tirado a la basura unas zapatillas embarradas. También recuerda que Cuello estaba transpirado y puso a lavar el jogging y la remera que tenía puestos ese día.
El miércoles 30 Cuello se someterá a una pericia psiquiátrica en Junín. Los peritos forenses tratarán de trazar el perfil del presunto asesino.
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